Sección 3 - Reyes en el Sur y en el Norte.

Daniel 11:18-19

11:18

“Y él dirigirá su atención a las tierras costeras y conquistará muchas. Pero un comandante pondrá fin a las humillaciones que este le causo, y esas humillaciones acabaran. Y hará que sus humillaciones se vuelvan sobre él”.

“Las tierras costaneras” fueron las de Macedonia, Grecia y Asia Menor. Una guerra que estalló en Grecia en el año 192 a. E.C. atrajo a Antíoco III a ese país. Roma, molesta por los intentos del rey de Siria de aumentar sus conquistas en esos territorios, le declaró la guerra formalmente y lo derrotó en las Termopilas. En 190 a. E.C. perdió la batalla de Magnesia, y alrededor de un año después tuvo que renunciar a todas sus posesiones en Grecia, Asia Menor y las zonas al oeste de los montes Tauro y se le impuso un tributo gravoso.

Gracias a su poderío militar Roma, tras convertirse en protector de Egipto, como comandante, sometió el rey del norte sirio, quien, tras su derrota en Grecia y Asia Menor, perdió casi toda su flota. Así Roma puso fin a las humillaciones que este había causado e hizo que se ‘volvieran sobre él’. Antíoco murió en 187 a. E.C., mientras intentaba saquear un templo en Elymais (Persia). Le sucedió su hijo Seleuco IV.

11:19

“Entonces el dirigirá su atención a las fortalezas de su propio país, pero tropezara y caerá, y no lo encontraran”

Seleuco IV, necesitado de dinero para pagar el cuantioso tributo que adeudaba a Roma, dirigió su atención a las fortalezas de su propio imperio. Envió a su tesorero, Heliodoro, a requisar los tesoros que, según se cree, albergaba el templo de Jerusalén. Heliodoro ambicionó el trono y mató a Seleuco IV.

Tras la muerte de su hermano Seleuco IV, Antíoco IV, heredo el trono. Este invadió Egipto conquistándolo casi por completo, y coloco a un rey leal a él, pensando manejarlo como marioneta. Pero al ver que sus planes no habían funcionado volvió con su flota e invadió Egipto y en 168 a e.c. conquisto Chipre.

Pero Roma en voz del cónsul Cayo Popilio le ordeno abandonar Egipto y Chipre. Cuando Antíoco IV replico que debía consultarlo con su consejo de ministros, Popilio trazo un círculo en la arena rodeándole, y le dijo… “Piénsalo aquí”.

Viendo que abandonar el circulo sin haber ordenado la retirada era un desafío a Roma, decidió ceder para evitar la guerra. Humillado ante el poder de Roma, y escaso de recursos económicos, busco estos de cualquier lugar disponible.

 En diciembre del año 167 a. E.C dirigió su atención contra Jerusalén, la cual saqueo. Insolentemente, dedicó el templo de Jerusalén a Zeus, y profano el gran altar del templo de Jehovah en Jerusalén. Diez días después, ofreció a Zeus un sacrificio sobre el altar pagano en un intento de suprimir el culto a Jehovah.

Esta profanación provocó la sublevación de los judíos Macabeos, a quienes Antíoco IV combatió durante tres años. En el año 161 a. E.C. los Macabeos probablemente firmaron un tratado con Roma. Mientras organizaba una expedición para retomar Jerusalén, le sobrevino la muerte causada por tuberculosis.

Los tropiezos militares ante el poder de Roma tras la muerte de Antíoco IV, llevaron al fin de su hegemonía como Rey del Norte, convirtiéndose con el paso de los años en una provincia Romana, que ahora toma su lugar.

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