Daniel 11:21
11:21
“En su lugar surgirá alguien despreciado*, y no le darán la majestad del reino. Llegará en un tiempo de seguridad y se apoderará del reino con halagos”
“Alguien despreciado”. Este fue Tiberio César, hijo de Livia, la tercera esposa de Augusto. Augusto detestaba a su hijastro por sus defectos de personalidad, y no quería que él fuera el siguiente César. En el año 4 E.C., Augusto lo adoptó y lo nombró heredero al trono. Cuando falleció Augusto, el “despreciado” Tiberio, que para entonces contaba 54 años, surgió, como emperador romano y rey del norte. Pero la realidad es que a Tiberio se le otorgó “la dignidad del reino” de mala gana, y solo tras la muerte de los demás posibles sucesores.
“Tiberio —dice The New Enciclopedia Británica— manipuló al Senado y no permitió que este lo nombrara emperador hasta transcurrido casi un mes [desde la muerte de Augusto].” Argumentó ante el Senado que nadie sino Augusto era capaz de llevar la carga de gobernar el Imperio romano, y solicitó a los senadores que restablecieran la República y confiaran esa autoridad a un grupo de hombres más bien que a uno solo.
“No atreviéndose a tomarle la palabra —escribió el historiador Will Durant—, el Senado estuvo cambiando con él cumplidos y elogios hasta que, finalmente, [Tiberio] aceptó el mando.” Durant añadió: “La comedia fue bien representada por ambas partes.
Tiberio deseaba el principado, pues, de lo contrario, hubiese encontrado algún procedimiento para eludirlo; el Senado le temía y le odiaba, pero se resistía a restablecer una república cimentada, como la antigua, en asambleas soberanas. Como vemos, Tiberio ‘se asió del reino por medio de Halagos.’