Sección 9 - La cosa repugnante.

Daniel 11:32

11:32

“Con halagos* el llevara a la apostasía a los que actúan perversamente contra el pacto. Pero el pueblo que conoce a su Dios vencerá y hará lo que se proponga.”

Halago. Esta palabra se relaciona con “Alabanza generalmente exagerada e interesada que se hace a una persona para satisfacer su orgullo o vanidad. También se relaciona con engaños, o hipocresía.

Por toda Europa, aprovechando el momento, muchos Reyes y Príncipes se unieron a la Reforma, buscando liberarse del control papal, pero sin el motivo correcto, continuaron las doctrinas antibíblicas heredadas de Roma.

Mas “el pueblo que conoce a su Dios”, sinceros hombres y mujeres valientes, a riesgo de perder la vida, cuando el mensaje divino de las Santas Escrituras llego a sus oídos, dedicaron su vida a Dios, predicando incansablemente.

Un ejemplo sobresaliente fue el de William Tyndale, que desde muy joven sobresalió en el estudio del griego y el latín. En julio de 1515, con 21 años a lo sumo, se graduó como Maestro en Artes por la Universidad de Oxford. En 1521 fue ordenado sacerdote católico, mientras en Alemania, los católicos alemanes estaban conmocionados a causa del trabajo de Martín Lutero.

Inglaterra, sin embargo, de momento permaneció fiel al catolicismo. En Inglaterra solo circulaba escasamente la biblia de John Wiclef, quien más de 100 años antes había sembrado en el pueblo ingles el amor por la palabra de Dios, traduciendo del latín al inglés la versión de la Biblia conocida como la Vulgata, produciendo la primera Biblia completa en inglés desde el latín.

Mas Tyndale opinaba qué debía traducirse desde el griego y el hebreo los idiomas originales, la biblia al inglés común, para que así la gente pudiera leerla sin trabas en su lengua materna. Preguntaba ¿Por qué debía privarse al pueblo de Inglaterra del derecho a tener la Biblia en inglés si cuando Jerónimo la tradujo, lo hizo al idioma de su tiempo? ¿Por qué nosotros no?

Sus demandas por una versión en lengua vulgar no eran descabelladas ni inusitadas. En el siglo X se había realizado una traducción a la lengua anglosajona. A finales del siglo XV, ya circulaban libremente por Europa Biblias impresas traducidas del latín al alemán (1466), al italiano (1471), al francés (1474), al checo (1475), al holandés (1477) y al catalán (1478). En 1522, Martín Lutero publicó su Nuevo Testamento en alemán. Lo único que planteaba Tyndale era que en Inglaterra se hiciera lo mismo.

Durante años había criticado sin reparo alguno la ignorancia y el fanatismo de los eclesiásticos de la zona. Entre ellos a John Stokesley, conocido suyo desde la universidad de Oxford, quien fue nombrado posteriormente obispo londinense. En cierta ocasión un alto jerarca eclesiástico le dijo: “Mejor nos iría sin la ley de Dios que sin la del Papa”. Tyndale le respondió, ‘Desafío al Papa y todas sus leyes. Si Dios me hace merced de seguir vivo, de aquí a no muchos años lograré que el muchacho que guía el arado sepa más de la Escritura que vos’

La Iglesia le negó el permiso para traducir la biblia y convencido de que en Inglaterra ningún impresor iba a atreverse a publicar una Biblia en inglés, en 1524, Tyndale cruzó el Canal de la Mancha decidido a nunca volver. Cargado con sus valiosos libros, halló asilo en Alemania. Disponía de 10 libras, gentileza de su amigo Humphrey Monmouth, comerciante londinense muy influyente.

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