11:36 (Parte a)
“El Rey hará lo que quiera, se ensalzará y se engrandecerá por encima de todos los dioses, y dirá cosas sorprendentes contra el Dios de dioses”.
Rápidamente en este convulso siglo 16, la profecía da un giro y retoma el hilo argumental previo, anticipando aún más conflictos, al afirmar que un Rey se ensalzaría y engrandecería por encima de todos los dioses. Ese momento histórico estuvo marcado por tantos conflictos, en tantos frentes, que no resulta fácil saber a quién se refiere la profecía.
¿En cuál de todos los Reinos de Europa, se cumplió con precisión lo predicho?
Mientras Europa se sumió en sangrientas luchas y disputas religiosas luego de la Reforma, un peculiar personaje salto a la palestra en 1534, declarando un Acta de la Supremacía. Este fue el Rey Enrique VIII, que bajo el espíritu de la Reforma y cansado de la interferencia papal, se arma de valor rompiendo con la Iglesia Católica Romana, estableciéndose como jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra “Ensalzándose y engrandeciéndose por encima de todos los dioses”
A lo largo de estos 36 versículos poco se ha hablado de Inglaterra, salvo que fue conquistada por los Ejércitos Normandos en 1066, que venían de luchar sin éxito contra el Imperio Bizantino, y la convirtieron en una provincia francesa.
Esta provincia poco a poco fue adquiriendo notoriedad, hasta que entre 1337-1453 protagonizo la guerra de los 100 años contra Francia, y a pesar de que los ejércitos franceses liderados por Juana de Arco salieron victoriosos, esta guerra resulto venturosa para los ingleses, que se ganaron el respeto del continente.
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Y en este trascendental Siglo XVI, Enrique VIII ejerciendo el más absoluto poder de todos los monarcas ingleses, de un tajo corto la interferencia de Roma pretendiendo asegurar su legado al pueblo Ingles. Convencido de la necesidad de que heredase el trono un hijo varón, se casó 6 veces, en una historia llena de anulaciones, intrigas y acusaciones de adulterio, luego de que estas no podían darle su ansiado heredero. William Tyndale en 1530 había escrito “The Practyse of prelates”, oponiéndose a la anulación del matrimonio porque era desaprobado por las escrituras.
A Enrique VIII no le importó y “haciendo lo que quiso, se ensalzo y engrandeció aun contra del Dios de dioses”, desoyendo su palabra.
Desde 1 siglo antes John Wiclef y sus lolardos habían predicado sin cansar toda Inglaterra, y William Tyndale con su libro The obedience of a Christian Man, se habían asegurado de que el pueblo Ingles conociera las verdades bíblicas.
Pero los motivos de Enrique VIII para independizarse de Roma nunca fueron acercarse a Dios, sus motivos eran políticos. Así cuando Tyndale fue capturado, ignoro las peticiones a favor de él, y este término estrangulado y quemado en la hoguera. En su última oración pidió se le abrieran los ojos al Rey de Inglaterra y aunque 2 años después autorizo que se continuara el trabajo de Tyndale con la Great Bible, la realidad es que este no tenía ningún interés en profundizar en las verdades bíblicas, ya que bajo su mando Inglaterra siguió siendo católica en todo, menos de nombre.
A partir de entonces y aprovechando el descontento reinante contra el clero por la excesiva fiscalidad papal y por la acumulación de riquezas en manos de las órdenes religiosas, Enrique puso en marcha su plan dividiendo las propiedades de la Iglesia Católica entre la alta burguesía. Clausuro, disolvió y demolió muchos monasterios, construyendo con sus materiales fortalezas militares, consciente de que, en algún momento, el Papa buscaría una respuesta militar.
Inglaterra incremento su protagonismo gracias a su marina de guerra y a una política exterior dominada por la búsqueda del equilibrio entre potencias, luchando primero a favor de España y después en su contra.
Pero la muerte lo alcanzo en 1547, sucediéndole en el trono su único hijo varón, Eduardo VI, con solo 9 años, pero su reino duro muy poco, ya que este falleció en 1553. Ahora fue el momento para la primera soberana de Inglaterra por derecho propio, María Tudor, hija de Enrique VIII con su primera esposa, Catalina de Aragón.
Al año siguiente esta se casó con el príncipe Felipe de España, el futuro Rey Felipe II, deseando un hijo que pudiera reinar en Inglaterra y España. María busco reinstalar el catolicismo como religión oficial, marcando su restauración las más de 280 ejecuciones de disidentes religiosos quemados en la hoguera. Sus opositores la apodaron, María la Sanguinaria. (Bloody Mary).
Inglaterra en esos momentos se hallaba dividida por el enfrentamiento religioso, y era económicamente inestable. Su reinado duro solo 5 años y pocos días antes de su muerte, reconoció a su media hermana Isabel, como sucesora.