Daniel 11:4
11:4
“Sin embargo, cuando haya surgido, su reino será fragmentado y esparcido hacia los cuatro vientos de los cielos, pero no será para sus descendientes*, ni será tan poderoso como cuando el gobernaba. Su reino será arrancado de raíz, y pasara a otros que no son estos”
Aún no había cumplido los 33 años cuando en Babilonia en 323 a. E.C, cayo víctima de una enfermedad repentina y murió. El vasto imperio conquistado por Alejandro no pasó “a su posteridad”. Su hermano, Filipo III Arrideo, reinó menos de siete años y en 317 a. E.C. fue asesinado a instancias de Olimpia, la madre de Alejandro. El hijo de este, Alejandro IV, gobernó hasta 311 a.E.C, fecha en que halló la muerte a manos de Casandro, uno de los generales de su padre. Heracles, hijo ilegítimo de Alejandro, procuró ocupar el puesto de su padre, pero en 309 a. E.C. fue asesinado.
Así terminó el linaje de Alejandro, y el reino no fue para sus descendientes, ya que, tras la muerte del último heredero se inició una lucha entre sus generales. El general tuerto Antígono I trató de dominar todo el imperio de Alejandro, pero cayó en Frigia, en la batalla de Ipsos. Para el año 301 a. E.C., cuatro generales de Alejandro gobernaban los inmensos territorios que su comandante había conquistado. Así su Reino se “fragmento y esparció” a los 4 vientos
Casandro regía Macedonia y Grecia, Lisímaco controlaba Asia Menor y Tracia Seleuco I Nicátor Mesopotamia y Siria, Tolomeo Lago Egipto y Palestina.