Daniel 11:40 (Parte b)
11:40 (b)
“Entonces el Rey del Norte arremeterá contra el con carros, jinetes y muchas naves. Invadirá los países y pasará como una inundación”.
Estados Unidos declaró la guerra a Alemania el 6 de abril de 1917. Tras su entrada en la guerra, Estados Unidos trasladó a Europa la denominada Fuerza Expedicionaria Estadounidense (AEF), al frente del general John Pershing en junio de 1917 con más de 175.000 soldados en Francia. Una división ya se encontraba en el sector aliado próximo a Belfort, sumando tropas cada día, hasta contar al final de la guerra con casi 2 000,000 de Soldados.
Los alemanes emprendieron un segundo avance, llegando hasta 60 km de París, más las tropas francesas y la II División estadounidense detuvieron el avance alemán en la batalla de Château-Thierry decayendo enormemente la fuerza de su ofensiva. Pese al avance logrado en la segunda batalla del Marne, sus progresos se vieron frenados inmediatamente por las tropas francesas y estadounidenses. Del 8 al 11 de agosto los aliados emprendieron una ofensiva sobre las líneas alemanas en Amiens, rindiéndose estos tres meses después.
Su derrota estuvo marcada por la pérdida de grandes áreas geográficas y por unas enormes indemnizaciones impuestas por el Tratado de Versalles en 1919, lo que causo un gran resentimiento en Alemania, con una gran crisis económica nunca vista a lo largo de casi 15 años, precipito la caída del régimen. Gracias a ese caos en 1933 Adolfo Hitler logro hacerse del poder y tras ajustes económicos exitosos, busco recuperar su hegemonía y territorios perdidos.
Lo hizo con tanto éxito que, para el verano de 1940, Hitler dominaba Europa desde el noruego cabo Norte hasta los Pirineos. Su único enemigo activo —Gran Bretaña, había abandonado la mayor parte de su armamento en las playas de Dunkerque, mientras Stalin no pensaba desafiar a Hitler.
Tras la caída de Francia, Estados Unidos incremento su presupuesto militar iniciando el primer reclutamiento en tiempo de paz de toda su historia, y otorgo a Gran Bretaña gran ayuda militar, siempre con grandes beneficios para los norteamericanos, como el Acuerdo de destructores por bases, que se firmó en septiembre de 1940, que otorgó a los Estados Unidos un arrendamiento de 99 años de numerosas bases terrestres y aéreas en todo el Imperio Británico a cambio de 50 antiguos destructores de la Marina de Estados Unidos.
Las reuniones cumbre entre los líderes Aliados, junto con Stalin de la Unión Soviética se convirtieron en una práctica habitual, permitiendo elaborar una estrategia de guerra conjunta, y una estrecha cooperación militar que logro grandes éxitos, mediante el bombardeo masivo de las líneas de suministro junto con todas las fábricas y plantas químicas nazis, generando una gran escases de combustible y suministros en el ejército Alemán.
El 6 de junio de 1944 finalmente llego el planeado día D, cuando el 1 Ejército de Estados Unidos dirigido por el General Omar Nelson Bradley desembarco en las playas en Normandía, junto con el II Ejército Británico del general Miles C. Dempsey, apoyados con una innumerable cantidad de barcos repletos de pertrechos militares y provisiones, cubiertos por una superioridad aérea que impidió a Rommel movilizar a sus limitadas reservas.
Esta superioridad táctica, junto con el que se hubieran descifrado los códigos militares alemanes y la negativa de Hitler a enviar a las divisiones que estaban al norte del río Sena porque estaba convencido de que el desembarco de Normandía era una estratagema, fue el factor determinante del avance aliado.
Para finales de junio, Eisenhower disponía ya de 850.000 hombres y de 150.000 vehículos en Normandía, repletos de provisiones traídas desde Estados Unidos. Bajo esta nueva realidad, la caída del Tercer Reich solo era cuestión de tiempo.
Mientras en el pacífico el Ejército y Marina de Japón, habían considerado este el momento oportuno de apropiarse de territorios y recursos necesarios para su crecimiento, imitando la manera como muchas de las potencias occidentales habían alcanzado su riqueza. La política de expansión japonesa había entrado en conflicto con Estados Unidos tras la ocupación de la indochina francesa, por lo que el presidente Roosevelt ordeno imponerles sanciones económicas que incluían el embargo de las exportaciones de petróleo.
El estado mayor del Ejército y de la Armada imperiales, apoyados por el ministro de Guerra, general Hideki Tojo, presionaron al primer ministro para que se entrara en guerra con Estados Unidos, luego que el secretario Cordell Hull entregó a los representantes japoneses la que sería conocida como la Nota Hull, en la que se exigía a Japón no sólo la retirada completa de Indochina, sino también de China y el abandono de la alianza con la Alemania nazi.
La Nota Hull fue considerada como un ultimátum por los dirigentes japoneses y el 1 de diciembre la Conferencia Imperial aprobó la guerra, dando inicio el domingo 7 de diciembre de 1941 con el ataque a Pearl Harbor. A pesar de sufrir importantes daños, la marina norteamericana se reagrupo exitosamente iniciando la Guerra del Pacifico.
La batalla del Mar del coral fue la primera en que combatieron portaviones en ambos bandos. Mientras los japoneses atacaban Midway, los norteamericanos atacaron por sorpresa a la flota japonesa. Los japoneses perdieron 260 aviones y 3052 hombres además de cuatro portaaviones y un crucero pesado. Estados Unidos perdió un portaaviones, un destructor, 154 aviones y 250 hombres.
Estas batallas marcaron un punto de inflexión en el avance japonés y tuvieron consecuencias para el transcurso de la guerra, forzando una gran batalla naval conocida como la batalla del Mar de las Filipinas, donde la Armada nipona sufrió pérdidas irreparables, que fueron explotadas en la batalla del Golfo de Leyte, quedando establecida ya la superioridad estadounidense en el Pacífico. Para 1945, los aliados habían recuperado Birmania, Nueva Guinea, Borneo, las Filipinas, las islas Aleutianas y ocupado Iwo Jima en territorio japonés, preparándose para la batalla en las grandes islas niponas.
Y tal como se predijo, la abundancia de recursos materiales y humanos desde Norteamérica fue el factor determinante para que “como una inundación el Rey del Norte pasara sobre el Rey del Sur y sus aliados del Eje, con una inmensa cantidad de carros, jinetes, navíos, junto a su poderosa fuerza aérea” no en una sola guerra sino en 2, y además en 2 diferentes frentes de batalla. Encontrar un cumplimiento más literal, absoluto e innegable, parece imposible.
El lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945, genero una inmensa bola de fuego y destrucción calcinando a cientos de miles de personas de manera instantánea, y masacrando a muchos más por efectos de la radiación, hasta entonces desconocida. Esa hazaña se retransmitió con orgullo por todo el planeta, alardeando su poder destructor, cumpliendo lo predicho en Apocalipsis 13:11-13 donde se predijo una bestia de 2 cuernos como de cordero, realizando grandes señales, que haría bajar fuego del cielo a la tierra, a la vista de la humanidad”. Mas visible, imposible.
A partir de este versículo 40, vale resaltar que no se vuelve a hacer ninguna referencia al “Rey del Sur”, ni se da a entender ningún resurgimiento.